Pequeña reflexión sobre las RRSS y el sufrimiento ajeno.

12.09.2024

La pantalla de mi teléfono móvil se convierte en una ventana a un mundo al que no puedo acceder directamente. La tragedia se convierte en un pixel en un mar de información, un fragmento de una historia que me llega a través de cuentas gazatíes desesperadas llenas de  actualizaciones. Es dolorosamente evidente que, mientras yo deslizo el dedo por mi pantalla, esa niña (como la del dibujo) y otros como ella están atrapados en una realidad que no tiene botón de pausa ni opción de "cerrar sesión".

Cada notificación, cada post, cada imagen de la devastación parece ser una llamada a la conciencia, una invitación a reflexionar sobre el sufrimiento ajeno. Pero, ¿hasta qué punto esa reflexión llega a ser significativa cuando es acompañada por la frialdad de la distancia digital? La distancia no solo es física, sino emocional: el sufrimiento se convierte en un espectáculo efímero, una noticia que se olvida rápidamente mientras el flujo constante de contenido nos empuja hacia la siguiente historia, hacia el siguiente post.

Me pregunto: ¿cuánto puede afectar una imagen que, aunque impactante, se consume y se desplaza a través de la pantalla de una red social? ¿Cómo puedo conectar mi empatía y mi deseo de cambio con la realidad cruda que está ocurriendo en el terreno? La sensación de impotencia es abrumadora. Puedo compartir, comentar, expresar mi horror y mi tristeza, pero esas acciones parecen insignificantes frente a la magnitud del sufrimiento que se muestra.

La niña con su peluche, a miles de kilómetros de distancia, representa una vulnerabilidad que no debería ser ignorada. Y sin embargo, la frialdad con la que observamos estos eventos a través de nuestras pantallas contribuye a una desconexión inquietante. La tragedia se convierte en un mero dato entre muchos, y el sufrimiento, en un eco distante que pierde fuerza en el ruido constante de la vida digital.

Reflexionar sobre esto es confrontar nuestra propia distancia emocional y la manera en que consumimos las noticias. Es cuestionar cómo, desde nuestra posición de seguridad, podemos realmente comprender y actuar frente a realidades tan alejadas, y buscar formas más profundas y significativas de conectar y responder, no solo a través de las redes sociales, sino en nuestras acciones y decisiones cotidianas.